Documento de Creación Colectiva

jueves, 7 de agosto de 2008

ECOLOGÍA PROFUNDA ( Taller )

El taller fue impartido por una antigua aldeana de Matavenero. Antes de
empezar, admitió sus nervios ante tanto público, unas 30 personas.
El objeto de la reunión era la difusión del pensamiento de la norteamericana
Joanna Macy. La definición de la ecología profunda dada fue la unión de la
espiritualidad, economía, política y ecología. Esta percepción sería
aconsejable para el cambio de mentalidad necesario para la convivencia en
equilibrio entre nosotros y los demás seres, pues somos uno con la tierra.
Existen dos condiciones esenciales para profundizar en este pensamiento.
La primera es la gratitud. Aceptar la nuestra realidad y conformarnos con lo
que tenemos, “sentirnos ricos y poderosos”. La segunda es honrar el dolor,
nuestro y de los demás.

La primera dinámica de grupo fue una emotiva presentación personal de
todos los asistentes, diciendo nuestro nombre y algo por lo que sentíamos
gran gratitud.
Proseguimos dialogando sobre si existe esperanza, esto es, si estamos a
tiempo de evitar la destrucción del planeta y encontrar nuevas formas de
convivencia pacífica y armoniosa.

Luego la organizadora leyó una profecía budista, sobre el reino de
Shambalá. Resumiendo, habrá un momento de la historia del hombre en
que sus armas y sus sociedades pondrán en peligro la misma vida. En este
peligroso momento surgirán los guerreros de Shambalá. No perteneciendo a
ninguna asociación ni grupo, y no conociéndose la mayoría entre sí, estos
guerreros entrarán en las estructuras de poder y destrucción para acabar
con ellas desde dentro. Siendo las armas creadas por maya, ilusión, el
pensamiento podrá deshacer su engaño. Los guerreros tendrán dos armas
principales una es la compasión, la otra la compresión de la radical
dependencia de todo. La primera necesitará de la segunda para no
asustarse o consumirse ante el dolor del mundo, la primera será necesaria
para que estos agentes del cambio total puedan sanar el mundo.

Acabada la lectura nos planteamos si sería mejor conocer el futuro para
actuar en consecuencia. Tras un corto debate en el que se rechazó la idea,
pasamos a conversar sobre nuestra responsabilidad en el estado de las
cosas y sobre que movimientos serían deseables para el cambio. Algunos
rechazaron la idea de que plantar árboles o vivir en el campo de manera
respetuosa fuera a cambiar nada más allá de nuestra realidad más cercana.
Otros defendieron aquella tesis argumentando que las buenas personas
emiten ondas de influencia positiva para los demás. Tuvimos el debate de si
nuestra búsqueda personal de la alegría o la felicidad tendrían
consecuencias positivas en el resto.

Entonces la moderadora cortó el debate organizando la segunda dinámica
de grupo. Nos levantamos todos y comenzamos a andar a gran velocidad
por la sala, cada uno en sentido propio. Mientras tanto ella comentaba la
forma de vida y relación de la ciudad, su impersonalidad y nuestra soledad.
Después se nos pidió bajar el ritmo, caminar muy despacio observando a la
gente que nos rodeaba, intercambiando miradas y sonrisas, siendo
conscientes en definitiva de su existencia. Luego se nos pidió que nos
situásemos delante de otra persona y que sin mediar palabra nos
mirásemos a los ojos y viésemos tras ellas ellos las mismas preocupaciones
y anhelos que teníamos nosotros. Si efectivamente existían conexiones con
aquellos desconocidos.

Después de reanudar la marcha tranquila nos
situamos delante de otro individuo para compartir cada uno una gran
preocupación. Me llama la atención que no recordando cual expuse yo, si lo
hago con mucha claridad la que compartió mi compañera. Ella era
educadora, y sentía verdadera tristeza por las nuevas generaciones de
niños y jóvenes, de valores y preocupaciones tan distintas a su juicio
bastante carenciales. Me sorprendió gratamente la fácil conexión que
tuvimos ambos, aun separados por una generación.
Volvimos a sentarnos, y hablamos sobre la acción política. Si existía la
sensación de ser muchos más los fracasos que los éxitos. De la necesidad
de crear o reinventar estructuras que posibilitasen el cambio.De la
necesaria toma de conciencia de que somos parte de algo y de tener
confianza en nuestros resultados. Estas reflexiones tuvieron una gran
participación y debate, con el que proseguimos hasta finalizar la actividad.
Cómo no puedo reproducir exactamente que posiciones se barajaron ni
quiero en la medida de lo posible transformarlas por mi perspectiva,
continuo señalando algunas claves que aparecieron en el coloquio.
Alguien reseño el esfuerzo cuasi monacal de renuncia que hacían aquellos
que Vivian en las montañas, a lo que otro contestó que no era menos ardua
la vida en la ciudad, si bien las dificultades eran muy diferentes.
Con el ejemplo de las gallinas enjauladas, otro apuntó a la responsabilidad
del oprimido en la relación de opresión.

Alguien comentó como no sentirse mejor persona siendo vegetariano que
los que no. Ésta recibió gran oposición. Una de las más divertidas fue el que
apuntó que no le diera lecciones de nutrición y se pasara al software libre.
Pronto apareció en la conversación el tema del ego. Sus virtudes y defectos.
También volvió a hablarse de este al cuestionar la virtud de la
autosuficiencia.

Los peligros de clasificar la realidad de una manera estática nos llevó a una
animada discusión sobre lo bueno y lo malo, el bien y el mal. Se previno
contra los dogmas, incluso el ecológico, pero mientras algunos hablaban de
odio hacia los políticos o los bancos, otro tatareaba la sinfonía de la guerrade las galaxias y otros hablaban de amor universal. El fragor de la discusión invitó a bastantes participantes a salir de la sala.

Cerrando todas estas cuestiones y aquellas que no pude recoger, afirmamos
la necesidad de cambiar y relacionarnos desde el encuentro y no desde la
diferencia, y de la dificultad que supone entender y valorar al que piensa
diferente.

La organizadora nos animó a que no nos perdiéramos en lo superficial, ni
siquiera en los conceptos, y que volviéramos la vista a la esencia, que
conectásemos con la vida misma. Terminamos así el círculo de tan animada
reunión.
Quisiera reseñar algunas impresiones al respecto. La primera es que al
margen de que participásemos o no en la forma de espiritualidad que se
trataba, fue un espacio en el que afloraron sentimientos y dudas que
normalmente no tienen cabida en un grupo de desconocidos. Las dinámicas
me gustaron especialmente, y de alguna manera creo que encontré en los
ojos de mis compañeros algo de mí mismo.

Me resulta positivo que se reflejaran las enormes concepciones e ideas de
los participantes. De un grupo con una a supuesta afinidad ecológica, pronto
encontramos enormes diferencias que enriquecieron el debate y las
reflexiones. La profundidad y dificultad del tema a debate resulta evidente.

( Escrito por un Ciudadano)

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